CAPÍTULO VEINTIOCHO
"LA BATALLA DE VITORIA"
EL SIGLO XIX,
- SIGLO DE GUERRAS
El siglo XIX se caracterizó por
sus numerosos conflictos:
Levantamiento
contra Módenes
Antes de desencadenarse la Guerra de la Independencia , el
día catorce de febrero de 1803, tuvo lugar en Vitoria un levantamiento popular
contra Juan Módenes, subdelegado de rentas de Cantabria, debido al exhaustivo
control y persecución que ejercía en su distrito contra los tráficos
fraudulentos. Grupos de personas reunidos frente a su casa en Vitoria pidieron
su encarcelamiento y posterior ahorcamiento.
Esta ira popular, no fue contenida por los poderes provinciales
adecuadamente, debido al recelo del control ajeno del espacio aduanero
provincial. Tengamos en cuenta que el contrabando, muchas veces en pequeñas
cantidades, aprovechando el espacio exento de la provincia, contribuía a
sostener más de una economía familiar.
Vista la tibieza en el control de
la crisis por parte de las autoridades locales, Madrid aprovechó la ocasión para advertir al
Diputado General que no tenía ninguna competencia en las cuestiones de la
Hacienda Real e incluso fue amenazado con el envío de un Corregidor. (Delegado
real, corriente en otras administraciones y que no existía en Álava)
GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
"LA BATALLA DE VITORIA"
"
El Tratado de Fontainebleau
firmado por Francia y España el 27 de octubre de 1807, estableció el reparto de
Portugal entre ambos países, una de las partes fue prometida a Godoy, primer
ministro de Carlos IV, y favorito de Mª Luisa de Parma, la reina. La condición
era permitir atravesar España a los 28.000 hombres de las tropas francesas con
el fin de cercar a Portugal, que había hecho caso omiso a las intenciones
francesas de cerrar todos los puertos europeos a la flota británica, el
llamado ”Bloqueo continental”. La
diplomacia española pronto vio el engaño de Napoleón, que lo único que
pretendía era anexionarse también España.
En octubre de 1807 los primeros
efectivos franceses pasaron por Álava y en Vitoria establecieron una guarnición
de seis mil hombres al mando del Conde de Verdier, lo que mediatizó un posible
levantamiento antifrancés. Este acuartelamiento suponía solapadamente una ocupación militar.
Un segundo cuerpo del ejército
de la Gironda ,
con instrucciones de avanzar hacía
Valladolid, entró en Vitoria el 26 de diciembre. Su jefe el General Dupont
desde el primer momento dejó claro las intenciones francesas.
Posteriormente un tercer
ejército al mando del General Moncey se adentró en la Península en actitud
hostil, viendo entonces claramente que
la intención francesa era de la conquista de España.
El General Murat, Gran Duque de
Berg, cuñado del Emperador, pasó de largo por la Ciudad el 8 de febrero,
camino de Madrid. Tenía la misión de llevarse a los reyes de España
secuestrados con engaños a Francia.
Sin embargo el apoyo en Vitoria al Gobierno
francés fue mayor que en otros lugares. Esto fue debido al comportamiento de
ciertos miembros de la nobleza y los comerciantes, cuyas ideas estaban de
acuerdo con el ideario político -burgués que encarnaba entonces Francia.
Vitoria sufrió a partir de ese momento
la sangría de exacciones extraordinarias para el mantenimiento de esas
tropas, más el sostenimiento de un asilo para cientos de enfermos franceses,
para lo que requisado por los franceses
el nuevo Hospital de Santiago, sin haber
sido estrenado por los vitorianos.
Vitoria fue la capital de la Corte de José Bonaparte a
partir de la derrota en Bailén de las tropas francesas dirigidas por el general
Dupont, el 19 - 7 de 1808 y el propio rey José se alojó en el palacio de sus
amigos afrancesados, los marqueses de Montehermoso, Ortuño Mª de Aguirre y Zuazo
y Mª Pilar de Acedo y Sarría. El palacio tenía una estupenda biblioteca y un hermoso jardín, cosa extraordinaria en la España en aquella época, según testimonio de diplomáticos franceses.
Palacio de Montehermoso, donde se alojó José I
Reacción
vitoriana
Alentado por Murat, el 14 de
abril de 1808, llegó a Vitoria el rey Fernando VII acompañado entre otros por el canónigo Escoiquiz, su consejero. La
finalidad del viaje consistía en que Napoleón le confirmara en el trono que
había usurpado a su padre, Carlos IV en el Motín de Aranjuez, por ello se instaló en la Ciudad en espera de la llegada del Emperador.
Posteriormente llegó una comunicación de
Napoleón que invitaba a Fernando VII negociar
en Bayona. Esto hizo dudar a varios miembros de la comitiva del
Rey; pero éste se dejó llevar de los consejos del canónigo Escoiquiz y ordenó preparar la marcha hacia
Bayona. Algunas autoridades, como el
Alcalde Francisco Javier de Urbina e Isunza,
le sugirieron una retirada hacia el sur de España, pero el Rey no
atendió esta sugerencia.
En la madrugada del día 19,
viendo que el rey iba hacia una trampa urdida por Napoleón Bonaparte, algunos
vitorianos, dirigidos por el industrial Martín Susaeta y el señor Rico, popular
alguacil, intentaron evitarlo. Para ello
se abalanzaron sobre la carroza, cortaron los tirantes, y soltaron
las mulas. Estos hechos
sucedieron en la que actualmente
conocemos como calle Benigno Mateo de Moraza. Horas después el Diputado General ordenó leer un bando por toda la Ciudad que decía así:
“De orden del Rey nuestro señor,
mando a todos los vecinos, habitantes y moradores de esta Provincia que en la
salida que está para hacer Su Majestad a la provincia de Guipúzcoa guarden la
moderación y no interrumpan a ninguno de los que acompañan a su real persona,
por convenir esta soberana resolución a su servicio y a la felicidad de la
nación. Y cualquiera que contraviniese a ella directa o indirectamente, sufrirá
la pena de presidio y demás que haya lugar, según las circunstancias. –
Vitoria, 19 de abril de 1808. Pedro Echevarria“
Fernando VII también publicó un
edicto que decía:
“El Rey está agradecidísimo al extraordinario afecto de su
leal pueblo de esta Ciudad y provincia de Álava; pero siente que pase de los
límites debidos, y pueda degenerar en falta de respeto con pretexto de
guardarle y conservarle, conociendo que este tierno amor a su real persona y el
consiguiente cuidado son dos móviles que le animan, no puede menos de desengañar
a todos y cada uno de sus individuos que no tomaría la resolución importante de
su viaje si no estuviera bien cierto en la sincera y cordial amistad de su
aliado el Emperador de los franceses, y de que tendrá las más felices consecuencias; les manda,
pues, que se tranquilicen y esperen, que antes de cuatro o seis días darán
gracias a Dios y a la prudencia de su Majestad de la ausencia que ahora les
inquieta”.
Calle Mateo Moraza, lugar donde se dieron los hechos relatados.
Apaciguados los ánimos por estos mensajes de las autoridades locales y del mismo Fernando VII y
repuesto el tiro, mediada la
mañana, el Rey partió hacia Francia precedido
por un escuadrón de franceses. Cerraba
la comitiva el Diputado Foral, el Comisario por Ciudad y Villas y una guardia
de caballería, formada por 22 jóvenes pertenecientes a las más linajudas
familias alavesas. De ese modo Fernando VII marchó hacia Bayona donde quedaría cautivo de los intereses de Napoleón,
que impuso en su lugar como rey de España a su hermano José Bonaparte. Para
ello le hizo devolver el trono a su padre Carlos IV.
Vitoria durante
la Guerra de la Independencia
El alzamiento antifrancés se
produjo el 2 de mayo de 1808, comenzando en Madrid. Los madrileños intentaron
evitar que el infante Francisco de Paula fuera llevado a Francia. La provincia
de Álava no pudo levantarse del mismo modo, debido a la importante guarnición
francesa situada en Vitoria, a la incautación de armas y municiones por parte
de los franceses y a una cierta connivencia de una parte de la población, ya
señalada. Algo parecido sucedió en Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra.
El 11 de julio de 1808, Las
Juntas Generales de Álava proclamaron fidelidad al nuevo rey José Bonaparte en
la plaza Mayor. Anteriormente los junteros habían sido presionados por las
tropas del General Merlin, llegando incluso a apresarles con ese fin.
Posteriormente el Gobierno de
José I creó el 8 de febrero de 1810 el
distrito de Gobierno Militar de Vizcaya, que englobaba al País Vasco y
Cantabria bajo el mando del General Barón
de Thouvenot, debido a la situación estratégica de estos territorios. Para ello
se suspendió el régimen foral. La
capitalidad de este Gobierno militar estuvo primero en San Sebastián y desde
finales de enero de 1811, en Vitoria. Estuvo instalado este gobierno en el palacio del marqués de
Legarda, sito en la calle Zapatería, costando al Erario público su acondicionamiento más
de ocho mil duros.
Numerosas casas, templos y
conventos sirvieron de cuarteles, hospitales y almacenes, con el consiguiente
deterioro de los mismos: San Pedro era
almacén de vestuario de las tropas; San Miguel, depósito de prisioneros; San
Ildefonso, hospital; Santa María, polvorín; y San Vicente, molino harinero.
Este uso fue lo que ocasionó más tarde la demolición de los conventos de San
Francisco y Santo Domingo, éstos habían sido usados como cuadras. Se construyó
en esa época, 1808, el cementerio de Santa Isabel.
Como dato curioso diremos que José Bonaparte, quiso reproducir la administración francesa en España, para ello había preparado una división del territorio en Prefecturas, con la creación de 38 Departamentos. En cuanto al País Vasco, el Departamento denominado Cabo Machichaco, englobaba a Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, con capital en Vitoria. Navarra se llamaría Bidasoa, capital Pamplona.
Como dato curioso diremos que José Bonaparte, quiso reproducir la administración francesa en España, para ello había preparado una división del territorio en Prefecturas, con la creación de 38 Departamentos. En cuanto al País Vasco, el Departamento denominado Cabo Machichaco, englobaba a Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, con capital en Vitoria. Navarra se llamaría Bidasoa, capital Pamplona.
Vitoria durante la dominación francesa. 1812
Vitoria sirvió durante la guerra
de centro de operaciones del ejército francés, por lo que se alojaron en
ella los más destacados miembros del
ejército francés. José Bonaparte “Pepe
Botella” en varias ocasiones. La primera fue el 12 de julio de 1808 procedente
de Vergara. Parece que fue recibido con mucha frialdad por parte de los
vitorianos. Se alojó en el palacio de Montehermoso. Partió hacia Madrid dos días
después. Posteriormente estuvo en
nuestra ciudad del día 22 de setiembre de 1808 al 9 de noviembre de ese año.
Para corresponder las atenciones de sus anfitriones, concedió a Ortuño de Aguirre la grandeza de España y le nombró su Gentilhombre de Cámara. Además les compró el palacio de Montehermoso por 300.000 francos, una fortuna, más del triple de su valor. Parece ser que Napoleón comentó sobre la operación de compra, que el palacio no valía esa cantidad, ni con la marquesa dentro.
Otras estancias de José I fueron del 4 al 6 de mayo de 1811 y del 20 de junio al 5 de julio de 1811 para manifestar sus condolencias a doña Pilar de Acedo, ya que su esposo don Ortuño Mª de Aguirre y Zuazo, marqués de Montehermoso, había muerto recientemente en París, el 8 de junio, formando parte de su comitiva. La última y definitiva estancia fue del 19 al 21 de junio de 1813, esta última fecha dela
Batalla de Vitoria. De
sobra son conocidos sus devaneos con la señora de la casa, palacio
Montehermoso, donde se alojaba en sus estancias en Vitoria. La Marquesa , doña María del Pilar de Acedo y Sarría (además ostentaba el título de condesa de Echauz), estaba
en la plenitud de una exuberante belleza madura y era además una persona culta que hablaba varios idiomas, francés e italiano, recitaba versos, tocaba la guitarra y
pintaba bellas miniaturas. Circulaba por Vitoria una coplilla que decía: "La marquesa de Montehermoso tiene un tintero, en el que moja la pluma José primero".
María del Pilar de Acedo y Sarría, condesa de Echauz, señora de Montehermoso
Para corresponder las atenciones de sus anfitriones, concedió a Ortuño de Aguirre la grandeza de España y le nombró su Gentilhombre de Cámara. Además les compró el palacio de Montehermoso por 300.000 francos, una fortuna, más del triple de su valor. Parece ser que Napoleón comentó sobre la operación de compra, que el palacio no valía esa cantidad, ni con la marquesa dentro.
Otras estancias de José I fueron del 4 al 6 de mayo de 1811 y del 20 de junio al 5 de julio de 1811 para manifestar sus condolencias a doña Pilar de Acedo, ya que su esposo don Ortuño Mª de Aguirre y Zuazo, marqués de Montehermoso, había muerto recientemente en París, el 8 de junio, formando parte de su comitiva. La última y definitiva estancia fue del 19 al 21 de junio de 1813, esta última fecha de
NAPOLEÓN BONAPARTE EN VITORIA
Por su parte Napoleón Bonaparte estuvo en
Vitoria del 5 al 9 de noviembre de 1808 procedente de Tolosa. Una vez en Vitoria recorrió en su berlina las calles Portal de Urbina, Cantón de Santa María, Cuchillería y el Cantón de San Francisco Javier hasta alcanzar el Campillo, dirigiéndose al Palacio de Montehermoso. Tras visitar a su hermano José en dicho palacio, se instaló en la casa del banquero vitoriano José Perfecto Fernández de la Cuesta , junto al Prado (Etxezarra). Napoleón eligió este
sitio por ser un lugar tranquilo, algo apartado de la ciudad. Allí preparó su
estrategia para reavivar la toma de España que se había ralentizado en demasía para sus intereses. Su
llegada se anunció al día siguiente con el disparo de 60 cañonazos. El día 9 de noviembre abandona Vitoria escoltado por su guardia y pasó esa noche en Armiñón, dirigiéndose al día siguiente hacia Miranda de Ebro y de Miranda a Burgos.
Napoleón volvió a Vitoria, pero esta vez sólo de pasada camino de Irún, el día 19 de enero de 1809.
Casa Etxezarra, donde se alojó Napoleón.
La estancia de los franceses en
Vitoria en esos años, aparte de la incomodidad de su presencia para muchos
vitorianos, que veían en ellos a unos usurpadores, supuso una sangría en forma
de impuestos para sufragar los gastos de guerra, éstos supusieron una suma de
130 millones de reales de 1808 y 1813. Por otro lado, los invasores
trajeron con ellos una epidemia de
tifus que afectó también a muchos
vitorianos. Además la actividad de partidas guerrilleras dirigidas por
alaveses, como las de Sebastián Fernández de Leceta, alias” Dos Pelos” produjo
represiones en Vitoria. Una de estas
partidas de guerrilleros llegó en su audacia a apresar a 15 soldados franceses
en las inmediaciones del barrio de San Cristóbal, en los arrabales de Vitoria.
La carestía de productos de
primera necesidad, especialmente en 1812, el "año del hambre", se sintió
notablemente en Vitoria.
Tras una serie de victorias de
las tropas españolas, Bailén, Arapiles, ayudadas por tropas portuguesas y
británicas al mando del general Wellington, los franceses se batieron en
retirada hacia el norte. La orden de José I en ese sentido, pudo ser con el fin
de reagrupar las tropas y esperar momentos más favorables.
Mientras, en la clandestinidad,
funcionaba un gobierno paralelo al de
los franceses: La
Diputación de Álava.
Se habían recibido
instrucciones de la Junta Central de
resistencia para que las Juntas provinciales
se rebelasen contra los franceses y especialmente la de Álava recibió
orden de reunirse en Diputación o Junta, según los Fueros de la misma.
Convocados los procuradores, estos
se reunieron en el pueblecito de Tertanga, el 27 de mayo de 1812, nombrándose
una Junta particular, ya que era muy difícil reunir a todos los miembros de la Junta General al
hacerlo en clandestinidad.
La segunda Junta se celebró en Orduña el
16 de setiembre. En el santuario de Nuestra Señora de la Encina tuvieron lugar las
Juntas de Santa Catalina, convocadas el 25 de noviembre por el General Jefe del
Séptimo Cuerpo del Ejército, don Gabriel de Mendizábal. Ese día quedó nombrado Diputado General don
Miguel Ricardo de Álava, General del ejército español y miembro del Estado
Mayor de Lord Wellington.
Como dato curioso añadiremos que durante la ocupación francesa
se creó en Vitoria una logia masónica, la de San Josef, en la calle de la Zapatería.
LA BATALLA
DE VITORIA
La batalla se desarrolló en la zona comprendida a partir de las Conchas
de Lapuebla, teniendo los Montes de Vitoria como accidente natural a un lado,
las colinas de Montevite (sierra Badaya) y sierra de Tuyo en la retaguardia aliada y Júndiz, Zuazo en el centro del conflicto y el río Zadorra por el otro lado, con los
alrededores de Vitoria de testigo.
"El día más
largo"
En la primavera del año 1813,
las tropas francesas eran acosadas por la coalición de tropas hispano – anglo –
portuguesas, de tal manera que el Rey
José al verse en esa situación dejó Madrid y retiró su ejército a la
línea del Ebro, donde pronto de nuevo la situación se hizo insostenible. Fue
entonces cuando José Bonaparte decidió refugiarse en Vitoria, llegando a
ella el día 19 de junio.
Es en ese contexto cuando el 21
de junio de 1813, lunes, se desarrolla en la Llanada Alavesa ,
la conocida como Batalla de Vitoria,
en la que el ejército francés sufre una derrota que se puede considerar como
definitiva en la Guerra de la Independencia.
Mapa de la zona donde se desarrolló la Batalla de Vitoria
Las tropas francesas (60.000 hombres) las
mandaba el mariscal Jean Baptiste Jourdan,
mientras que la coalición Hispano - anglo -portuguesa y alemana era dirigida por sir Arthur Wellesley, duque de Wellington y el vitoriano
general Miguel Ricardo de Álava y Esquível, que contaban con la colaboración de los
generales españoles Morillo y Longa. Las tropas de la coalición la formaban 20.000
españoles, 25.000 portugueses y 35.000 ingleses. Wellington se había desplazado hasta Subijana Morillas desde Quincoces de Yuso.
El duque de Wellington
El duque de Wellington
Lo que conocemos como La Batalla de
Vitoria en realidad fueron tres batallas
diferenciadas en lugar y tiempo, aunque dependientes entre sí.
Estas tres zonas, desde el punto de vista
aliado, estuvieron delimitadas de la siguiente forma:
a) Derecha.- El escenario de esta contienda fue desde el paso
de la Puebla
de Arganzón, conocido como el “Boquete o
Conchas de la Puebla ”,
entre la carretera de Miranda de Ebro y las cimas de los montes de Subijana y
Zumelzu (Montes de Vitoria) hasta Zaldiaran. La dirección de la batalla fue de
oeste a este y los combates se dieron desde las siete de la mañana (había niebla
y lloviznaba) a las tres de la tarde.
El general Sir Rowland Hill, que dirigía la maniobra por el flanco derecho de las tropas aliadas, inició las hostilidades por medio de las tropas españolas del general Pablo Morillo, que tras cruzar el río Zadorra por el puente de Lapuebla de Arganzón y alcanzar las alturas de los montes de Vitoria, iniciaron violentos ataques contra las tropas francesas de Maransin. Este frente aliado se enfrentó con las tropas del ejército francés de Andalucía dirigidas por el general Gazan. Los españoles consiguieron hacer retroceder constantemente al enemigo a pesar de la resistencia de éstos. Durante la mañana recibieron refuerzos británicos, tanto junto a ellos, por las alturas, como por las laderas de los montes para impedir que los franceses que luchaban contra ellos, recibieran refuerzos desde Subijana de Álava y posteriormente desde Zumelzu. La ayuda británica más importante fue de la brigada Cadogan. Hacia el mediodía los hombres de Morillo, que había sido herido de forma leve, fueron relevados por tropas británicas ( escoceses) , pasando ellos a segunda línea.
A las tres de la tarde, el francés Villatte, que había relevado a
Maransin en las tropas imperiales, situándose en un collado entre Zaldiaran y Eskibel, en un último intento de frenar el avance aliado, cosa que consigue tras duros enfrentamientos contra las tropas aliadas,
recibe la orden de retirada de los altos. Con ello acaba la batalla por
los montes de Vitoria.
Mientras, el General Sir Rowland Hill, había avanzado desde La Puebla con lo que quedaba a su disposición de la División de Steward, hasta Subijana de Álava por el camino Real,
hasta tomar con poca oposición, hacía mediodía, Subijana de Álava.
Durante los duros enfrentamientos en los altos, resulto herido de muerte el coronel británico Cadogan. Éste, al sentir que se le iba la vida, pidió a sus soldados que lo subieran a un alto, desde donde poder ver la retirada francesa antes de expirar. Este acto heroico fue relatado en forma de poema, por varios poetas ingleses. Del mismo modo se elevaron varios monumentos en su honor.
El general británico Hill, denominado por su tropa"Daddy" Hill. "Papá Hill"
El general Sir Rowland Hill, que dirigía la maniobra por el flanco derecho de las tropas aliadas, inició las hostilidades por medio de las tropas españolas del general Pablo Morillo, que tras cruzar el río Zadorra por el puente de Lapuebla de Arganzón y alcanzar las alturas de los montes de Vitoria, iniciaron violentos ataques contra las tropas francesas de Maransin. Este frente aliado se enfrentó con las tropas del ejército francés de Andalucía dirigidas por el general Gazan. Los españoles consiguieron hacer retroceder constantemente al enemigo a pesar de la resistencia de éstos. Durante la mañana recibieron refuerzos británicos, tanto junto a ellos, por las alturas, como por las laderas de los montes para impedir que los franceses que luchaban contra ellos, recibieran refuerzos desde Subijana de Álava y posteriormente desde Zumelzu. La ayuda británica más importante fue de la brigada Cadogan. Hacia el mediodía los hombres de Morillo, que había sido herido de forma leve, fueron relevados por tropas británicas ( escoceses) , pasando ellos a segunda línea.
Cresterío de los montes de Vitoria por donde atacó el general Pablo Morillo.
Mientras, el General Sir Rowland Hill, había avanzado desde La Puebla con lo que quedaba a su disposición de la División de Steward, hasta Subijana de Álava por el camino Real,
Durante los duros enfrentamientos en los altos, resulto herido de muerte el coronel británico Cadogan. Éste, al sentir que se le iba la vida, pidió a sus soldados que lo subieran a un alto, desde donde poder ver la retirada francesa antes de expirar. Este acto heroico fue relatado en forma de poema, por varios poetas ingleses. Del mismo modo se elevaron varios monumentos en su honor.
b) Centro.- Se luchó en el espacio comprendido entre la misma
carretera de Miranda, el Camino Real, y
el río Zadorra, en la misma dirección oeste a este, desde Nanclares y el puente
de Momario o de Mendoza hasta Vitoria. Las hostilidades en este frente se sucedieron desde
las once de la mañana hasta las siete de la tarde. Dirigía este cuerpo de ejército el propio Duque de Wellington con
la colaboración de los generales William Beresford, George Ramsay y el general Miguel Ricardo de Álava . En su centro izquierda, la maniobra la dirigían los generales Dalhousie y Picton.
Desde el comienzo de los
combates, las tropas francesas fueron perdiendo posiciones y retrocediendo
paulatinamente durante todo el día, en unos casos estratégicamente para tomar
nuevas posiciones más favorables y en otras ocasiones debido al empuje de las
fuerzas aliadas.
Los franceses en un intento de
corregir su error, ya que no habían destruido los puentes sobre el Zadorra
y se veían agobiados por el avance
aliado, que sobrepasaron el Zadorra por varios puntos: puentes de Nanclares,
Víllodas, Trespuentes y Momario,ordenaron al General de artillería Tirlet que ametrallase a las tropas enemigas desde el alto de Júndiz. El puente de Trespuentes sobre el río Zadorra, estaba sin protección francesa y oculto a la vista de las tropas imperiales. Avisados los aliados de este hecho por un labriego, José Ortiz de Zárate, lo pasaron con 2.600 hombres de la brigada Kempt, que ocuparon el alto de Arkiz (Iruña) lo que facilitó el avance hacia el puente de Momario, que aunque protegido por franceses y alemanes, éstos fueron rechazados hacia la una de la tarde.
Al liberar el puente de Momario se facilitó el paso por él de las tropas de Picton y más tarde de Dalhouise que acudieron a la zona desde la sierra de Badaya. La llegada al puente Momario por parte de las tropas de los generales Picton y Dalhoise, supuso el comienzo del avance de las tropas del centro derecha aliado que avanzaron desde Nanclares. Éstas eran dirigidas directamente por Wellington, aunque teóricamente le correspondía a Beresford, como hemos indicado anteriormente. El Duque ordena avanzar a la 4ª División de Cole en toda la línea. En cuanto a Jundiz, los aliados en un sangriento asalto, tomaron el peligroso cerro, apresaron los cañones e hicieron huir a los dragones de Digeon y a otra brigada ligera de caballería que defendían el alto. El alto de Júndiz era también conocido como Inglesmendi, en recuerdo de la batalla perdida allí siglos atrás por otros ingleses en las guerras entre Pedro “El Cruel” y su hermanastro Enrique.
Mosquetes y pistola de la época
Al liberar el puente de Momario se facilitó el paso por él de las tropas de Picton y más tarde de Dalhouise que acudieron a la zona desde la sierra de Badaya. La llegada al puente Momario por parte de las tropas de los generales Picton y Dalhoise, supuso el comienzo del avance de las tropas del centro derecha aliado que avanzaron desde Nanclares. Éstas eran dirigidas directamente por Wellington, aunque teóricamente le correspondía a Beresford, como hemos indicado anteriormente. El Duque ordena avanzar a la 4ª División de Cole en toda la línea. En cuanto a Jundiz, los aliados en un sangriento asalto, tomaron el peligroso cerro, apresaron los cañones e hicieron huir a los dragones de Digeon y a otra brigada ligera de caballería que defendían el alto. El alto de Júndiz era también conocido como Inglesmendi, en recuerdo de la batalla perdida allí siglos atrás por otros ingleses en las guerras entre Pedro “El Cruel” y su hermanastro Enrique.
Puente Momario.
Alto de Jundiz.
Una vez tomado Júndiz por los
aliados, los franceses se atrincheraron
y resistieron en Aríñez,
Margarita, Lermanda, lugares de donde fueron siendo desalojados tras duras batallas. Entonces artillaron el
resalte de Zuazo.
Para algunos historiadores, en esos momentos se dio una de las batallas artilleras más importantes dela Guerra
de la Independencia. Desde el alto de Júndiz y una elevación de Aríñez, los aliados de
Dickson disparaban por medio de 54 piezas de artillería inglesas, 18
portuguesas y 3 españolas y los
franceses respondían desde el resalte de
Zuazo por medio de 76 piezas. El estruendo, humo y el olor a pólvora serían notables. La batalla artillera cesó cuando el general Cole, protegido y oculto a las baterías de Tirlet por una serie de colinas, cogió a los artilleros franceses por su flanco izquierdo obligándoles a huir.
Margarita, uno de los pueblos donde se combatió duramente.
Para algunos historiadores, en esos momentos se dio una de las batallas artilleras más importantes de
Visión actual desde el resalte de Zuazo, enfrente el alto de Jundiz.
Detalle del resalte de Zuazo.
Vista desde el alto de Jundiz
Mediada la tarde, la retirada
ordenada del ejército imperial, realizada hasta el momento, se convirtió en un “sálvese quien pueda” y
en una gran desbandada; sobre todo cuando a las cinco treinta horas, el mando
real, ante la brecha abierta por los aliados entre Gomecha y Zuazo, con el Camino Real hacia Vitoria
en medio de ella, ordenó la retirada general del ejército imperial. Dicha brecha fue aprovechada por las tropas de
Cole para acercarse rápidamente hacia Vitoria. Posteriormente, hacia las seis de
la tarde, el general británico Thomas Picton logró
avanzar por el lado izquierdo del avance central, ante la retirada de las tropas francesas de Drouet d´Erlon,
brigadas de Cassagne y Darmagnac.
c) Izquierda.- Zona que abarcó desde Abechuco y Gamarra Mayor a
Durana en ambas orillas del río Zadorra. Los combates se sucedieron desde las
doce del mediodía a las siete de la tarde. Gamarra Mayor, si no entero al menos en parte, llegó a cambiar de
mano hasta en cinco ocasiones.
Los aliados, llegados desde Murguía, fueron dirigidos por Thomas Grahan, participando también el general español Francisco Tomás Anchía "Longa" (antiguo guerrillero) con sus tropas.Le acompañaban los hermanos Eustaquio y Fermín Salcedo, 2º regimiento Álava.
Al llegar a Mendiguren, sobre las doce del mediodía, los aliados se dividieron en dos grupos, unos con la División anglo - alemana de Howard, se dirigieron por la derecha de los altos de Araka hacia Abetxuko y otros, dirigidos por Longa, acompañados entre otros por la división anglo - portuguesa de Oswald, por la izquierda de dichos altos hacia Gamarra Mayor, Gamarra Menor y Durana.
El general francés Reille, jefe del ejército de Portugal que defendía esta zona, al divisar la tropa que se le venía encima retiró a su tropa, que estaba concentrada en Aranguiz, hasta el Zadorra, con el fin que este obstáculo natural les sirviera de mejor defensa. Desde Durana hasta Gobeo.
El fin de los aliados era cortar la retirada francesa por esta zona (Durana) hacia el puerto de Arlabán, que era el Camino Real, la mejor retirada hacia Francia, cosa que consiguieron. Lo consiguieron las tropas de Francisco de Longa. Para ello desalojaron de Gamarra Menor a un pequeño destacamento de soldados españoles afrancesados del marqués de Casa Palacio. Tomando posteriormente Durana, también defendido por los josefinos de Casa Palacio. Éstos se retiraron hasta el puente de Eskalmendi sobre el río Alegría, donde resistieron hasta que recibieron la orden de retirada. Con la toma de Durana por parte de los aliados, quedó cortado el Camino Real de Postas, con lo que obligaron a los franceses a retirarse por el camino de Salvatierra, ruta no preparada para carruajes. El general francés Reille, aunque perdió Durana, con su resistencia en Gamarra Mayor y Abetxuko, ante los ataques de las tropas de Oswald y Howard respectivamente, consiguió una retirada ordenada y digna por la zona de Zurbano, de las tropas que habían combatido en ese frente, y las del ejército francés del Centro, de Drouet D´Erlon, lo que mereció las felicitaciones de Napoleón.
Los aliados, llegados desde Murguía, fueron dirigidos por Thomas Grahan, participando también el general español Francisco Tomás Anchía "Longa" (antiguo guerrillero) con sus tropas.Le acompañaban los hermanos Eustaquio y Fermín Salcedo, 2º regimiento Álava.
Al llegar a Mendiguren, sobre las doce del mediodía, los aliados se dividieron en dos grupos, unos con la División anglo - alemana de Howard, se dirigieron por la derecha de los altos de Araka hacia Abetxuko y otros, dirigidos por Longa, acompañados entre otros por la división anglo - portuguesa de Oswald, por la izquierda de dichos altos hacia Gamarra Mayor, Gamarra Menor y Durana.
El general francés Reille, jefe del ejército de Portugal que defendía esta zona, al divisar la tropa que se le venía encima retiró a su tropa, que estaba concentrada en Aranguiz, hasta el Zadorra, con el fin que este obstáculo natural les sirviera de mejor defensa. Desde Durana hasta Gobeo.
El fin de los aliados era cortar la retirada francesa por esta zona (Durana) hacia el puerto de Arlabán, que era el Camino Real, la mejor retirada hacia Francia, cosa que consiguieron. Lo consiguieron las tropas de Francisco de Longa. Para ello desalojaron de Gamarra Menor a un pequeño destacamento de soldados españoles afrancesados del marqués de Casa Palacio. Tomando posteriormente Durana, también defendido por los josefinos de Casa Palacio. Éstos se retiraron hasta el puente de Eskalmendi sobre el río Alegría, donde resistieron hasta que recibieron la orden de retirada. Con la toma de Durana por parte de los aliados, quedó cortado el Camino Real de Postas, con lo que obligaron a los franceses a retirarse por el camino de Salvatierra, ruta no preparada para carruajes. El general francés Reille, aunque perdió Durana, con su resistencia en Gamarra Mayor y Abetxuko, ante los ataques de las tropas de Oswald y Howard respectivamente, consiguió una retirada ordenada y digna por la zona de Zurbano, de las tropas que habían combatido en ese frente, y las del ejército francés del Centro, de Drouet D´Erlon, lo que mereció las felicitaciones de Napoleón.
Después de
todos estos hechos y tras analizar y
confirmar la crítica situación del ejército imperial, el rey José I tuvo que
salir precipitadamente de Vitoria para no caer prisionero. El general Miguel
Ricardo de Álava, con muy buen criterio, hacia las cinco y media de la tarde, se adelantó a las tropas inglesas y
por Ali y el camino de la Cruz Blanca entró en
la ciudad al frente de un regimiento de caballería, 1º de Húsares alemanes, acompañado por el Duque de
Orange (Guillermo I de Holanda), con el fin de evitar que fuera expoliada por las tropas inglesas. (San Sebastián no tuvo la misma fortuna y fue
saqueada por dichas tropas “amigas”) Ordenó cerrar todas las puertas de entrada a la ciudad que estaba entonces amurallada.
Horas después recibió en el Portal de Castilla
a lord Wellington, entrando ambos en Vitoria en loor de triunfo y siendo
aclamados por los vitorianos que salieron de sus refugios en sótanos y bodegas
desde donde habían esperado angustiados el desenlace de la contienda.
Wellington descansó unas horas en el palacio de los Álava, para
posteriormente reintegrarse a la persecución de las tropas francesas.
Retrato de Miguel Ricardo de Álava "El general Álava"
Estatua del general Álava en la Diputación Foral.
La retirada francesa
Los
franceses tuvieron que retirarse por Elorriaga en dirección a Pamplona, ya que
el camino previsto y más adecuado, para si llegaba este caso, era la salida por Durana hacia el
puerto de Arlabán, ya que era el Camino Real de Postas, pero fue bloqueado por las tropas aliadas de Longa desde las dos de la tarde.
Puente de Durana
En la
retirada precipitada de las tropas francesas dejaron abandonado en el campo
alavés parte del botín del que se habían apropiado durante los años de gobierno
francés en España, así como un carruaje lleno de documentos del rey José. El botín consistió en cuadros de gran valor, joyas de todo tipo, numerosa orfebrería religiosa, y una millonaria cantidad económica en forma de monedas de plata y oro fundamentalmente.
Para algunos historiadores este fue uno de los mayores botines de la historia moderna. En parte esto fue debido al enorme atasco provocado por una multitudinaria caravana de unos dos mil carruajes, entre vehículos civiles y militares: como piezas de artillería, carros llevando munición y avituallamientos, etc., de tal manera que formaban entre todos una hilera de aproximadamente dieciocho kilómetros de longitud.
Para algunos historiadores este fue uno de los mayores botines de la historia moderna. En parte esto fue debido al enorme atasco provocado por una multitudinaria caravana de unos dos mil carruajes, entre vehículos civiles y militares: como piezas de artillería, carros llevando munición y avituallamientos, etc., de tal manera que formaban entre todos una hilera de aproximadamente dieciocho kilómetros de longitud.
Aquí faltó haber dado las
oportunas órdenes para que dicha caravana hubiera empezado la marcha con más
horas de antelación, de forma que no provocara semejante atasco.
Este convoy
avanzaba lenta y penosamente debido a lo angosto del camino de Salvatierra, no preparado para
carruajes, era de herradura, con
continuos baches y regatas a ambos lados del camino, lo que hacía que
frecuentemente los carruajes volcasen o se cruzasen en dicho camino con el
consiguiente atasco y retraso, cosa que aumentaba por momentos el nerviosismo
de los que huían, sobre todo cuando oían el fragor de la batalla ya cerca o
eran sobrepasados por los soldados que ya iban en desbandada sin fusiles, ni
mochilas, ni nada que les supusiera una rémora para la huida.
Estos
fueron momentos de histeria entre los fugitivos, de los que fueron testigos los
pueblos situados entre Vitoria y Matauco. Escenas de pillaje en el que
participaron hombres y mujeres, soldados, cantineras, oficiales, bagajeros y
funcionarios; los mismos domésticos y empleados de los grandes señores fueron
los primeros que comenzaron el expolio. El tesoro real fue tomado por los
propios escoltas, no cesando este saqueo ni con la llegada de las tropas aliadas,
que tomaron el relevo a las tropas vencidas con lo que comenzó un nuevo horror.
La soldadesca robó, mató y violó sin distinción de edad, clase ni condición.
Alemanes, ingleses, portugueses y españoles participaron por igual. Lo que fue
horror y desolación para los civiles, resultó positivo para las fuerzas
napoleónicas, ya que las tropas aliadas se detuvieron en este punto,
entretenidos en el saqueo, cesando la persecución.
"La Batalla de Vitoria" Óleo de Pablo Uranga
El rey José metido de lleno en el atasco estuvo a punto de ser hecho prisionero, ya que el capitán Henry Windham, del décimo Regimiento de húsares, al frente de un pelotón, alcanzó la berlina real por un lado, hizo un disparo de intimidación; pero por el otro lado logró escapar el rey a caballo, salvándose por muy poco. Windham pretendió iniciar la persecución, pero comprobó que solamente le habían podido seguir dos de sus soldados, y por otro lado el rey José contaba con un apoyo de cincuenta hombres que comenzaban a disparar contra él, por lo que se vio obligado a renunciar a la persecución. José I llegó dos días después a Pamplona.
"La Batalla de Vitoria" Óleo de Pablo Uranga
El rey José metido de lleno en el atasco estuvo a punto de ser hecho prisionero, ya que el capitán Henry Windham, del décimo Regimiento de húsares, al frente de un pelotón, alcanzó la berlina real por un lado, hizo un disparo de intimidación; pero por el otro lado logró escapar el rey a caballo, salvándose por muy poco. Windham pretendió iniciar la persecución, pero comprobó que solamente le habían podido seguir dos de sus soldados, y por otro lado el rey José contaba con un apoyo de cincuenta hombres que comenzaban a disparar contra él, por lo que se vio obligado a renunciar a la persecución. José I llegó dos días después a Pamplona.
Como
consecuencia de la "Batalla de Vitoria", de los ciento cincuenta mil
combatientes, murieron unos mil quinientos cincuenta soldados, además de ocho
mil heridos aproximadamente. Se contabilizaron ochenta prisioneros aliados,
casi todos escoceses; y unos dos mil setecientos soldados imperiales. Con toda
seguridad el saqueo al convoy imperial que detuvo el avance aliado, libró al
ejército francés de una derrota total, ya que tal como iban, en desbandada y
muchos sin el armamento reglamentario, hubieran sido una presa fácil para un
ejército motivado por la victoria conseguida.
Probablemente
no hubo más bajas en las tropas francesas, por las dificultades encontradas por
la caballería inglesa para avanzar, ya que el terreno estaba plagado de cercas,
vallas metálicas y grandes zanjas.
Causas posibles de la derrota francesa.
Como posibles
causas de la derrota de la tropas imperiales de Napoleón se apuntan las
siguientes:
- La
víspera al día de la batalla, cuando José I se disponía a reunirse con su jefe
de Estado Mayor, el mariscal Jourdan, con el fin de preparar la estrategia de
combate, así como la elección de las mejores posiciones para sus tropas,
Jourdan sufrió un acceso de fiebre que le postró en cama durante todo el día,
por lo que no pudo realizarse esta planificación.
Al día siguiente, cuando ya
no había remedio, se comprobó que las tropas francesas no estaban situadas en
las mejores posiciones y habían dejado flancos y zonas desprotegidas que daban
ventajas a las tropas de Wellington y el General Álava. Por otro lado hay que
señalar la ventaja del bando aliado al contar en sus filas con el General
Álava, gran conocedor de la zona donde se desarrolló la batalla por ser natural
de Vitoria.
- Las
esperadas tropas francesas de refresco de Clausel, 15.000 hombres, que no
llegaron, al ser bloqueadas por las guerrillas españolas (Fernández de
Leceta ” Dos Pelos”, Ezpoz y Mina...)
impidiéndoles el paso desde Logroño, donde estaban acantonadas, hacia la Llanada alavesa.
- El no
haber dinamitado los siete puentes que salvan el Zadorra, ni haber protegido
los diversos vados del mismo río.
- Por otra
parte las tropas francesas no estimaron en su real medida la tropa que tenían
enfrente, ya que gran parte de los efectivos ingleses, unos veintitrés mil
hombres, estuvieron protegidos por la sierra de Tuyo y Badaya, dejando ver
únicamente unos pocos efectivos, con lo que los soldados imperiales cayeron en
la trampa.
- La
decisión errónea de no reforzar las tropas de Durana, constituidas por
españoles afrancesados (josefinos), dirigidos por el Marqués de Casa Palacio, que debían cubrir la retirada
hacia Arlabán por el Camino Real en caso necesario; quizá por el engaño citado
en el párrafo anterior.
- La baja
moral que tenían en ese momento las tropas francesas, no acostumbradas a tener
que retroceder.
La suma de todos
estos componentes pudo ser la causa de la derrota de las tropas de José I en
las proximidades de Vitoria.
OTROS DATOS DE
INTERÉS
- Las tropas aliadas tomaron al
ejército francés 680.000 francos, 9.000 cabezas de ganado destinadas a la
alimentación de la tropa, 181 piezas de artillería de todos los calibres, 415
carros de munición conteniendo más de 12.000 proyectiles, 2.000.000 de
cartuchos y pasadas de 40.000 libras de pólvora, más de un centenar de
furgones, así como miles de armas individuales abandonadas, como fusiles,
carabinas, sables, etc.
- Parece ser que durante el
desarrollo de la batalla, un aldeano guió a los ingleses de la
brigada Kempt hasta el puente de Iruña (Trespuentes) que estaba sin protección francesa,
facilitando el avance aliado por su flanco izquierdo. Este campesino fue José
Ortiz de Zárate. Tristemente pagó con su vida dicha ayuda, ya que fue alcanzado
posteriormente por un proyectil de una batería francesa.
Puente de Trespuentes
Detalle del monumento a la Batalla de Vitoria, abajo, a la derecha representación de Pilar Acedo, señora de Montehermoso y su hija Amelia.
Los Generales combatientes
en esta batalla fueron:
Tropas
Aliadas
Dirigidas por El General Lord
Wellington y el General Miguel Ricardo de Álava y Esquível
Ala derecha del ataque: General Hill
Centro derecha : “ Beresford
Centro izquierda :
" Dalhousie y Picton
Ala izquierda . “ Graham
Tropas
imperiales
Dirigidas por el rey José I y el
Mariscal Jourdan.
Ejército francés de Andalucía:
General Gazan
Ejército francés del Centro:
" Drouet D´Erlon
Ejército francés de
Portugal: " Reille
Sinfonía
musical
El genial compositor Ludwig van Beethoven compuso una sinfonía de quince minutos de duración, titulada ”La
victoria de Wellington o la
Batalla de Vitoria”,
Opus 91, inspirado en la
Batalla de Vitoria.
Monumento
a la Batalla
de Vitoria
(Monumento al General Álava)
(Monumento al General Álava)
En memoria de
esta batalla, el día 4 de agosto de 1917 se inauguró en la Plaza de la Virgen Blanca un
monumento, obra del escultor madrileño Gabriel Borrás. Éste fue elegido entre los proyectos que se
presentaron a una convocatoria del Ayuntamiento. Durante el acto se interpretó
la sinfonía de Beethoven antes citada y el pirotécnico D. Policarpo Martínez de
Lecea disparó unas bombas especiales. Antes se había depositado una corona de flores en la tumba del general Álava en el cementerio de Santa Isabel.
La idea de levantar este monumento se fraguó pocos días después de la Batalla. Manuel de Aróstegui, diputado en Cortes por Álava, en la sesión del día 2 de julio de 1813 ya hizo esta proposición. Pero la materialización del monumento tuvo que esperar un siglo. El coste fue de cien mil pesetas de la época.
Está orientado a los cuatro puntos cardinales. Tiene forma troncocónica, distribuida en tres pisos. El piso inferior tallado en piedra de Fontecha, y los dos superiores en bronce.
La idea de levantar este monumento se fraguó pocos días después de la Batalla. Manuel de Aróstegui, diputado en Cortes por Álava, en la sesión del día 2 de julio de 1813 ya hizo esta proposición. Pero la materialización del monumento tuvo que esperar un siglo. El coste fue de cien mil pesetas de la época.
Está orientado a los cuatro puntos cardinales. Tiene forma troncocónica, distribuida en tres pisos. El piso inferior tallado en piedra de Fontecha, y los dos superiores en bronce.
La parte superior
representa a la Victoria alada, que porta una bandera y un ramo de olivo, como símbolo de la
victoria. Debajo, sentada, está la figura de la
Patria , en forma de matrona, apoyada sobre el león que ha
derribado al águila de los invasores. y protegiendo a un hombre desnudo que representa al pueblo.Éste porta unas cadenas rotas, símbolo de la liberación del dominio francés. En el segundo piso del monumento, se colocaron, también en bronce, las figuras de las tropas aliadas, de entre las que destaca la estatua ecuestre
del Duque de Wellington, su jefe en la cara sur. En la cara este, el general Pablo Morillo representa a las tropas españolas. En la cara norte las tropas portuguesas y en el oeste la Legión Real Germana, que también participó en la batalla. Debajo y unidos por una orla vegetal, están representados los escudos de
las naciones vencedoras. En la parte
inferior del monumento, tallado en piedra, se observa a otro protagonista de la batalla, el General
Álava, montado a caballo y alentando a los vitorianos en la lucha contra el
francés, y en la defensa de la ciudad. Además en la cara norte, incluye al dios Marte, dios
mitológico de la guerra, en actitud de indicar el camino de Francia a los
vencidos.
Monumento a la "Batalla de Vitoria"
Proyecto de monumento que no ganó el concurso correspondiente A.M.V.G.
El Dragón
Existe
en Toledo un viejo cañón que participó en la Batalla de Vitoria, conocido como el “Dragón”,
siendo una pena que no esté en el Museo de Armas de Vitoria.
Parece ser que lo
encontraron unos jóvenes vitorianos, alguno de ellos hospicianos, el día siguiente a la batalla, regalándolo
a Vitoria el duque de Wellington.
En el año 1824 lo
utilizaron los realistas de Valentín Verástegui y luego los carlistas lo
arrebataron y lo ocultaron en Oñate hasta el final de la guerra, pasando
después al Parque de Artillería de Santoña (1852 ), el Museo de
Artillería e Ingenieros, en Madrid y por fin al museo del Ejército de Toledo. Al cañón acompaña un lema que dice así:
“Soy el temible
Dragón a quien liberaron con gloria los jóvenes de Vitoria del poder de
Napoleón.”
Si la
Batalla de Vitoria supone un importante hito en la Historia de España, no lo
es menos en la historia de Inglaterra. Los ingleses dan a esta victoria contra
Napoleón el valor de una de las grandes hazañas de la historia de sus
ejércitos. Se atribuyen, no sin razón, todo el mérito de la derrota de los
franceses, y fue celebrada con grandes fiestas durante varios días.
La noticia tardó varios días en llegar a las islas
Británicas, démonos cuenta de que las comunicaciones de entonces no eran las de
ahora. El mensajero que llevó la noticia, capitán Fremantle, no arribó al
puerto inglés de Plymouth hasta el día 2 de julio, y al día siguiente llegó a
Londres con los mensajes, cartas y partes de guerra.
Como cosa curiosa decir que durante los meses siguientes, en Londres las señoras vestían la moda "Vittoria", diseñada por la modista de la Princesa de Gales.
Como cosa curiosa decir que durante los meses siguientes, en Londres las señoras vestían la moda "Vittoria", diseñada por la modista de la Princesa de Gales.
EL GENERAL ÁLAVA ASALTA EL MUSEO DEL LOUVRE EN PARÍS - 1815
EL GENERAL ÁLAVA, CLAVE EN LA RECUPERACIÓN DE LOS CUADROS EXPOLIADOS POR LAS TROPAS NAPOLEÓNICAS Y DEPOSITADOS EN EL LOUVRE.
El General Álava protagonizó en 1815 un hecho poco conocido tal vez por los vitorianos y vitorianas, como es la recuperación de una parte de los cuadros que las tropas francesas de ocupación se habían llevado de palacios, casas nobles, conventos, iglesias de toda España durante la Guerra de Independencia.
Por cierto, durante esos seis años de ocupación, gran parte de este expolio pasó por Vitoria camino de Francia.
Tenemos por un lado, la idea de Napoleón de reunir una gran colección de obras de arte en un palacio real de París, sin uso en ese momento, y formar un gran Museo Nacional de la República (El Louvre). Estaría dotado de lo mejor de la pintura y escultura europea, con obra de los más destacados pintores europeos de todos los tiempos. Para completar la colección necesitaba pinturas de los más destacados pintores españoles. Parece ser que en principio solicitaba sólo 50 obras. Encarga para esa tarea de selección a Dominique Vivant Denon, artista grabador y diplomático francés. Éste, tras su participación en la datación y expolio de obras de arte en Egipto, había sido nombrado Responsable de Obras de Arte del Imperio Napoleónico.
Por otra parte nos encontramos con la voracidad de saqueo de obras de arte, joyas, etc. de los mariscales y generales de Napoleón y del hermano del mismo, José I, los cuales también se apropiaron de un gran botín de guerra, tal vez miles y miles de cuadros y objetos de arte.
Algunos de estos generales saqueadores fueron: Soult, De Faviers, Sebastiani, Murat, Colaincourt entre otros. Aunque preferían la obra de origen holandés o italiano, mejor pagada en Europa, no despreciaron cuadros de Velázquez, Murillo, Zurbarán y otros pintores españoles. Benito Pérez Galdós en sus episodios Nacionales, concretamente en "El equipaje del rey José", trata sobre este tema con la frase :"No pudiendo dominar España, se la llevaban en cajas, dejando el mapa vacío".
Como hemos relatado en un capítulo anterior, Vitoria fue testigo de este saqueo durante todo ese negro tiempo y sobre todo en los últimos estertores de la Batalla de Vitoria el 21 de junio de 1813. En el momento en que, derrotadas las tropas francesas en dicha batalla, dejaron abandonados en el exiguo y pantanoso camino que conducía hacía Pamplona, entre 1.500 y 2.000 carruajes y furgones. El día anterior, antes de la batalla, habían podido salir hacia Salinas de Léniz y Arlabán otros mil carros, ya que el puente de Durana estaba sin oposición de las tropas aliadas contra Napoleón, cosa que sí ocurrió el día de la batalla, lo que obligó a los franceses a escapar por Elorriaga con las consecuencias ya relatadas.
En esos carruajes iban obras de arte, alhajas, libros, documentos, oro, etc.
Añadiremos que parte de esta obra de arte fue a parar a manos del Duque de Wellington, unas 300 obras, pero ante la intención del Duque de devolverlas a España, el repuesto rey Fernando VII, ante la buena voluntad del inglés y teniendo en cuenta la importantísima ayuda prestada por Wellington para liberarnos de la ocupación francesa, decide hacerle donación de dichas obras. Actualmente cuelgan en las paredes de Apsley House o Museo Wellington, situado en el Hyde Park de Londres.
La 6ª Coalición de países unidos contra Napoleón y sus ideas imperialistas, fue consiguiendo derrotarlo, siendo la batalla de Waterloo la que lo hizo definitivamente.
Se restituyó en el poder al rey Luis XVIII, siendo avalado por el Duque de Wellington, el cual le acompañó y protegió hasta llegar a París el 8 de julio de 1815, siendo recibido bulliciosamente en los jardines del palacio de Las Tullerías. Acompañaba a Wellington en la entrada en París, el general Álava.
Es en esta coyuntura, en la que le encarga el Gobierno del rey Fernando VII al general Álava, la recuperación de todos los cuadros que sea posible apropiados indebidamente por los franceses. Se apoyan para ello en la cercanía de Álava con el Duque de Wellington. El general Álava tiene un encuentro con el rey Luis XVIII en el que éste se niega a devolver nada, pero deja en el aire la idea de tampoco se opondrá si el general Álava se decide a recuperarlos del Museo del Louvre. Ante esta respuesta, el general Álava decide por su cuenta recuperar los cuadros españoles que se encontraban en el Louvre y posponer para otra ocasión recuperar los cuadros que estaban en manos de generales y particulares franceses. La operación se realiza el 23 de septiembre de 1815. El capitán Nicolás Muniussir, ayudante del general Álava, y el pintor Francisco Lacoma Fontanet, acompañados por 200 infantes ingleses armados con fusiles y bayonetas, entran el Museo del Louvre, que estaba protegido por tropas prusianas. Tras el reconocimiento pericial del pintor Lacoma, la comitiva se dispone a recuperar las obras con la oposición del director del Louvre, Dominique Vivant Denon, sobre todo las obras de Murillo y Zurbarán, alegando que habían sido un regalo del mariscal Soult. Obras igualmente robadas de España. Muniussir comunica al general Álava que ese primer día habían recuperado doce cuadros con alguna oposición de los empleados del Louvre y que casi había tenido que usar la fuerza.
Es al día siguiente cuando se recupera el grueso de cuadros españoles que había sido llevados al Louvre, un total de 284 obras y 108 objetos diversos.
La pena es que una gran cantidad de obras de arte se quedaron en Francia, ya que estaban repartidas en las colecciones de los mariscales Soult, Sebastiani, Belliart y otros. Así queda en Francia obra de Velázquez, Murillo, Ribera entre los pintores españoles, además de obra de Tiziano, Van Dyck, Guido Reni, etc, que también había sido expoliada de palacios o iglesias españoles.
Recreación del acto del general Álava recuperando los cuadros del Louvre. Obra del pintor Mikel Olazábal 2015
Al día siguiente, el general Álava pone al corriente a las autoridades españolas sobre la recuperación de los cuadros, indicando la resistencia de los franceses a la devolución, lo que había hecho tener que actuar con firmeza en la recuperación. Sugiere trasladar los cuadros recuperados desde la casa del conde de Perelada, donde han sido depositados, a Bruselas y de allí por vía marítima a España, al puerto de Cádiz concretamente. Atravesar Francia con los cuadros recuperados entrañaba riesgos innecesarios.
El 14 de diciembre llegan a Bruselas los trece cajones con los cuadros recuperados. Más tarde son trasladados a Amberes, desde donde son embarcados en la primavera siguiente rumbo a Cádiz. Para realizar estos movimientos, el ayudante de Álava, el capitán Miniussir , contó con una protección de una escolta inglesa. El 30 de junio de 1816 son llevados a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, y posteriormente al Museo del Prado.
Esta gestión realizada por Miguel Ricardo de Álava, el general Álava, le valió el reconocimiento de la Academia de Bellas Artes de San Fernando como miembro de honor de dicha Academia.
(Figuran en el libro de bautismos de la
parroquia de San Pedro) Elorriaga — 1813
Don
Juan Isidoro Beovide, Presbítero cura y beneficiado de la iglesia parroquial de
Elorriaga certifica que en la retirada de los franceses, después de batido y
derrotado su ejército en la memorable Batalla de Vitoria el 21– 6 - 1813, entre
otros efectos que fueron saqueados en esta iglesia, uno fue el libro corriente
de bautizados.
También
según el sacerdote de Elorriaga D. Lucas Vélez de Elorriaga:
“Días
antes del 21 de junio de 1813 en que se dio la memorable Batalla de Vitoria,
los franceses establecieron su cuartel general en Vitoria, desde donde se esparcían
por los pueblos de alrededor llenando de terror a sus habitantes, por lo que la
mayor parte de ellos huyeron a los montes y pueblos distantes, abandonando sus
casas y haciendas al pillaje de los soldados franceses, hasta que derrotados y
vencidos en todos los campos de las inmediaciones de Vitoria por los ejércitos
aliados, se vieron los restos de las tropas vencidas en la necesidad de
abandonar este país con una fuga precipitada y en el mayor desorden. Por este
lugar siguieron el camino de Pamplona.
Entonces,
los vecinos De Elorriaga reconocieron que no fueron vanos sus temores, pues
bajando al pueblo vieron que todas las puertas y cerraduras habían sido
violentadas y que algún vecino que no tuvo la prudencia de huir como los demás,
sufrió la desgraciada suerte de ser asesinado con la mayor inhumanidad.
Entre
los libros, papeles y efectos que se echaron en falta se encuentra el libro de
bautizados y confirmados”
Vitoria tras la Guerra de la Independencia
Tras el abandono de Vitoria por los franceses,
la situación en la ciudad era
lamentable, el caos más lamentable se enseñoreó en ella.
La huella de varios años de situación de guerra y de ocupación
francesa se notaba en la dejadez en el
mantenimiento de los edificios, de las calles, la suciedad,,, Los hospitales llenos de heridos, enfermos,
faltaban medicinas, facultativos para atenderlos, y dinero para subsanarlo…Pero
sobre todo lo más grave era la desconfianza que flotaba en el ambiente, sobre
todo para aquellas personas sospechosas de afrancesamiento. En esas difíciles circunstancias fue elegida
una nueva Corporación Municipal, siendo nombrado para presidirla don Joaquín
María Hurtado de Mendoza, Conde de Villafuente.
Una de sus primeras decisiones
fue celebrar un solemne Te Deum y
una serie de festejos que duraron cuatro días. Es en esa época cuando surge el primer
periódico vitoriano, “El Correo de
Vitoria”. Duró poco tiempo porque al derogarse en 1814 la conocida como la Constitución de 1812 “La
Pepa “, este periódico desapareció.
Fruto de la desconfianza citada
anteriormente fueron los disturbios acaecidos el 12 de febrero de 1814, a causa
del paso por Vitoria de Manuel González de Viñaspre, oficial del Resguardo
durante el Gobierno intruso. Cuando
llegaba a la calle San Francisco, frente al Portal de la Pintorería , el
carromato que llevaba el mobiliario de
este oficial, fue asaltado por la
muchedumbre. Los enseres fueron
arrojados del vehículo y González de Viñaspre fue maltratado. Con grandes
dificultades pudo contener el tumulto el alguacil Julián Rezábal, pudiendo la
familia asaltada recoger sus pertenencias y seguir su camino.
Pero los ánimos no se calmaron del todo,
de tal manera que cuando el carro se
detuvo junto a la puerta de San Bartolomé, obligado por un nuevo piquete, el Alcalde tuvo que
ordenar la detención del afrancesado,
presionado por la creciente petición de tal medida por parte del pueblo.
Así se intentó evitar males
mayores.
Para entonces la marea de odio puesta en marcha se hizo
incontenible y no conformes con la detención
señalada, la turba continuó en
manifestación hasta las casas de los que más se habían manifestado como adictos
al Régimen del Rey José. En una fonda de la entrada de la calle Correría, exigieron la entrega del cocinero y
de dos sirvientes de origen francés. En la Pintorería ,
insultaron y agredieron a Pedro
Marchal, que tuvo que ser llevado al
hospital en muy mal estado. Apedrearon la casa del Marqués de la Alameda , estando su dueño
ausente. Condujeron a la cárcel a doña
María Antonia Esquível, hija de los Marqueses de Legarda, acusada de
afrancesada. Corrieron la misma suerte: el comerciante francés Bagnères, el
Marqués de Narros, don José Tapia, el ex Alcalde don Quintín Casas, el
presbítero don José Vélez de Elorriaga, Tomasa Galarza “La
Zaroca ”, los hermanos Urrechu y otros tantos hasta cuarenta.
Como el tumulto fue creciendo en su dimensión y en vista que las autoridades civiles se
veían impotentes ante tal estado de
cosas, fue el ejército el que tuvo que tomar la iniciativa, poniendo fin a los
desmanes por la fuerza.
Por la noche patrullaron cuadrillas de
soldados por las calles de la
ciudad y ya parecía todo calmado cuando
al día siguiente 13 de febrero se reprodujeron los incidentes, al ser asaltada
la casa del panadero francés señor Tournan por un grupo de soldados, mujeres y gentes desconocidas, que
saquearon los hornos. En los incidentes un soldado portugués, en el barullo del momento, disparó su fusil matando
a uno de sus compatriotas.
RECREACIÓN DE LA "BATALLA DE VITORIA"
(Olárizu, junio de 2014)
Fotos de Ramón Puelles Gómez
Para saber más:
"Álava en sus manos" Varios Edit. Caja P. de Álava 1983
"De Túbal a Aitor" Iñaki Bazán (direct.) Edit. La esfera de los libros. 2002
"Vida de la Ciudad de Vitoria" Tomás Alfaro Fournier Edit Dip. foral de Álava. 1996
"Síntesis de la Historia del P. Vasco" Martín de Ugalde Edit. Elkar S.A. 1983
"Historia de Vitoria" P.Manzanos y J.M. Imízcoz Edit. Txertoa 1997
"Rincones con renombre" Elisabeth Ochoa de Eribe y Ricardo Garay Edit. Fundación Mejora 2012
"La Batalla de Vitoria - 1813" Emilio Larreina Edita Almena Ediciones 2009"75 Historias perdidas de Álava" Francisco Góngora Ed. Diario El Correo S.A.U. 2022
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