CAPÍTULO VEINTINUEVE
Vitoria tras
Tras el abandono de Vitoria por los
franceses, la situación en la ciudad era
lamentable, el caos más lamentable se enseñoreó en ella.
La huella de varios años de situación de guerra y de ocupación francesa se notaba en la dejadez en el mantenimiento
de los edificios, de las calles, la suciedad,,,
Los hospitales llenos de heridos, enfermos, faltaban medicinas,
facultativos para atenderlos, y dinero para subsanarlo…Pero sobre todo lo más
grave era la desconfianza que flotaba en el ambiente, sobre todo para aquellas
personas sospechosas de afrancesamiento.
En esas difíciles circunstancias fue elegida una nueva Corporación
Municipal, siendo nombrado para presidirla don Joaquín María Hurtado de
Mendoza, Conde de Villafuente. Una de
sus primeras decisiones fue celebrar un
solemne Te Deum y una serie de festejos
que duraron cuatro días. Es en esa época
cuando surge el primer periódico
vitoriano, “El Correo de Vitoria”. Duró poco tiempo porque al derogarse
en 1814 la conocida como la Constitución de
1812 “La Pepa “, este periódico desapareció.
Plaza de las Brullerías
Plaza de las Brullerías
Fruto de la desconfianza citada
anteriormente fueron los disturbios acaecidos el 12 de febrero de 1814, a causa
del paso por Vitoria de Manuel González de Viñaspre, oficial del Resguardo
durante el Gobierno intruso. Cuando
llegaba a la calle San Francisco, frente al Portal de la Tintorería , el
carromato que llevaba el mobiliario de
este oficial, fue asaltado por la
muchedumbre. Los enseres fueron
arrojados del vehículo y González de Viñaspre fue maltratado. Con grandes
dificultades pudo contener el tumulto el alguacil Julián Rezábal, pudiendo la
familia asaltada recoger sus pertenencias y seguir su camino.
Pero los ánimos no se calmaron del todo,
de tal manera que cuando el carro se
detuvo junto a la puerta de San Bartolomé, obligado por un nuevo piquete, el Alcalde tuvo que
ordenar la detención del afrancesado,
presionado por la creciente petición de tal medida por parte del pueblo.
Así se intentó evitar males
mayores.
Para entonces la marea de odio puesta en marcha se hizo
incontenible y no conformes con la detención
señalada, la turba continuó en
manifestación hasta las casas de los que más se habían manifestado como adictos
al Régimen del Rey José. En una fonda de la entrada de la calle Correría, exigieron la entrega del cocinero y
de dos sirvientes de origen francés. En la Pintorería ,
insultaron y agredieron a Pedro
Marchal, que tuvo que ser llevado al
hospital en muy mal estado. Apedrearon la casa del Marqués de la Alameda , estando su dueño
ausente. Condujeron a la cárcel a doña
María Antonia Esquível, hija de los Marqueses de Legarda, acusada de
afrancesada. Corrieron la misma suerte: el comerciante francés Bagnères, el
Marqués de Narros, don José Tapia, el ex Alcalde don Quintín Casas, el
presbítero don José Vélez de Elorriaga, Tomasa Galarza “La
Zaroca ”, los hermanos Urrechu y otros tantos hasta cuarenta.
Como el tumulto fue creciendo en su dimensión y en vista que las autoridades civiles se
veían impotentes ante tal estado de
cosas, fue el ejército el que tuvo que tomar la iniciativa, poniendo fin a los
desmanes por la fuerza.
Por la noche patrullaron cuadrillas de
soldados por las calles de la
ciudad y ya parecía todo calmado cuando
al día siguiente 13 de febrero se reprodujeron los incidentes, al ser asaltada
la casa del panadero francés señor Tournan por un grupo de soldados, mujeres y gentes desconocidas, que
saquearon los hornos. En los incidentes un soldado portugués, en el barullo del momento, disparó su fusil matando
a uno de sus compatriotas.
Tumulto en el Corpus de 1815
El
25 de mayo de 1815 se produjo en Vitoria un nuevo tumulto que reflejó la
antipatía e incluso odio que se había generado en Vitoria contra todo lo
francés durante la dominación de éstos.
Por
aquellas fechas se estaba organizando en Vitoria, con permiso del Gobierno de
Madrid, el regimiento de caballería de
”María Teresa” para el servicio
de Luis XVIII de Francia (Éste aspiraba
a recuperar la monarquía para Francia, entonces convertida en República.) Estaba
siendo formado por emigrados franceses y desertores de las tropas de Napoleón.
Esa
tarde de Corpus, hacia las seis y media, al regresar los caballos del
regimiento francés después de haber estado pastando en el campo, se desbocaron
frente a las calles Nueva y de la
Pintorería , tal vez asustados por el ruido de panderos y de
las parejas que bailaban frente a dichas calles. Los caballos se lanzaron en
veloz carrera y atropellaron a dos mujeres y dos niños que presenciaban el
baile. Una de las mujeres estaba embarazada. Ante los gritos y los lamentos de
los atropellados, un grupo de vecinos se
revolvió contra los franceses, acusándolos de provocar el descalabro.
No sirvieron de nada las excusas que
presentaron los soldados franceses. Se apoderaron de los caballos haciendo caso
omiso a las reclamaciones del capitán don Juan Crouzas para que los
devolvieran. Los insultos entre una y otra parte fueron aumentando de tono,
terminando en agresiones con palos y pedradas. El motín fue a más alcanzando
tal proporción que necesitó la presencia de las autoridades locales. Pero los
requerimientos del Alcalde D. Diego Manuel de Arriola y Esquível, el Diputado
General D. Ramón de Zubía y el
gobernador militar de esta plaza D. Manuel Trevijano presentados en el lugar
fueron infructuosos, e incluso fueron empujados, golpeados con piedras y palos
y escarnecidos por la multitud fuera de si. Las autoridades escaparon por fin
de las iras de los levantiscos con la ayuda de otros vitorianos más serenos y
por la llegada de dieciséis soldados de
artillería armados con tercerolas.
Calle San Francisco, lugar donde se iniciaron los hechos.
Las autoridades locales procuraron por todos los medios proteger aun con
riesgo de su propia integridad la de los dos generales, un coronel, un teniente
coronel, capitanes, oficiales y soldados franceses implicados. El Diputado
General se llevó una pedrada en el hombro, el Gobernador Militar, Brigadier
Trevijano, se tuvo que retirar con el piquete de artilleros, herido en una
ceja y con un fuerte palazo en el
hombro y el Alcalde se tuvo que refugiar
con los soldados franceses en la caballeriza de su cuartel, que fue asaltado e
invadido por la muchedumbre.
El revuelo duró dos horas y en su transcurso el coronel del regimiento en
formación, Barón de Castels fue gravemente herido en el patio de las
caballerizas. También resultó herido al ser
apuñalado un soldado llamado Francisco Simil. Éste se había refugiado en
una taberna de la calle Pintorería, pero cuando pensó que había pasado el
alboroto, salió de su escondite y es cuando
fue descubierto y agredido.
Se instruyó la correspondiente causa criminal de los hechos, siendo
remitida a la
Chancillería de Valladolid para que se castigara a los
promotores del desorden. La pena fue relativamente benigna, pues, según Real
Orden de 17 de diciembre de aquel año, 1815, la mayor parte de los procesados
fueron indultados sin otro castigo que la prisión sufrida hasta ese momento y
el pago de las costas. Sin embargo fueron desterrados de la Ciudad los vecinos Patricio
Pérez, Gabriel de la Encina ,
Hermenegildo Fernández y Ramón Gorostegui, ya que fueron considerados autores
de las heridas al jefe superior y al soldado francés.
“Los cien mil
hijos de San Luis”
El 1
de enero de 1820 el Comandante
Rafael Riego proclamaba la Constitución de
1812 en Cabezas de San Juan
(Sevilla). Con ello se acababan unos
años de absolutismo monárquico tras la Guerra de la Independencia. El
mismo rey Fernando VII, forzado a ello,
reconoció la vigencia de dicha Constitución. Entonces es cuando pronunció su famosa frase:
“Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional”
Después de
tres años de vigencia de la Constitución de
Cádiz en 1823 (Trienio liberal), una conspiración
internacional de ideas absolutistas se
puso en marcha con el fin de acabar con el constitucionalismo en toda Europa.
Para ello se preparó, con la connivencia de Fernando VII, la invasión de España por parte de un
ejército absolutista.
Con este fin se
formó la Santa Alianza. La iniciativa la tomó Alejandro I de Rusia
esta Alianza la formaban Rusia, Austria, Prusia y
Francia. Reunida la
Santa Alianza en
Verona a finales de 1822, se decidió la
invasión de España, encargando dicha misión a Francia. Era ministro de Exteriores francés Francois - René de Chateaubriand
En enero de 1823 estaba ya
desplegado a lo largo de los Pirineos el ejército de los "Cien Mil Hijos de San Luis", dirigidos
por el Luis Antonio de Orleans Duque de Angulema, dispuestos a entrar
en España por Guipúzcoa, Huesca y Cataluña.
Pronto llegaron noticias a
Vitoria del avance de las tropas francesas por Guipúzcoa. Por otro lado la
Ciudad estaba casi totalmente desguarnecida, ya que gran parte de las tropas acuarteladas
en Vitoria habían sido destinadas a
Pamplona. Ante tal situación y viendo la
imposibilidad de defender la
Ciudad , en abril fue abandonada por el Jefe Político y la Milicia , quedando Vitoria
casi desierta, pues gran parte del
vecindario la había abandonado con ellos.
Los pocos vitorianos que se
quedaron, viéndose en tan delicada
situación, pidieron a los clérigos y a
los frailes, que aparte de controlar la
situación, sirvieran de mediadores ante los
realistas que iban a llegar inminentemente. De este modo se situaron clérigos ante los
portales de Bilbao, Francia y Castilla.
El día 11 de abril una partida de doce hombres de caballería se presentó
ante las puertas de Vitoria. Los mandaba un alavés de nacimiento, el capitán
realista don Martín Gabiria. Fueron recibidos por el cura párroco de Santa
María, don Roque María González de Chavarri, y el Procurador Síndico don Pablo
Gil de Salazar, franqueándoles la
entrada por el Portal del Rey. Los
recién llegados exigieron la entrega de
cuantas armas, caballos, vestuario y municiones hubiera. Prometieron a cambio,
no tomar represalias con ningún vecino, cualquiera que fueran sus convicciones
políticas.
La noche de ese 11 de abril, el grueso de la
tropa realista, al mando de Quesada entró en la Ciudad. Lo formaban 6.000 infantes y 200 caballos. Nuevas exigencias fueron
reclamadas al Municipio: el anticipo de la paga de un mes, entregas de
armamento, equipos y vestuario para 2.500 voluntarios alaveses, 40.000 raciones
de pan y carne, 10.000 de cebada y paja y 3.000 reales para el Comandante del
2º de Álava.
Poco después llegaba el Duque de
Angulema, Generalísimo de los ejércitos. Se alojó en el palacio Ezpeleta, antes Montehermoso. Se llenaron las calles y plazas de soldados extranjeros y
guerrilleros nacionales, ahora amigos.
De aquí partirían unos y otros para ocupar España en nombre del
absolutismo monárquico, personalizado en Fernando VII, una escasa resistencia
les hizo frente.
En Vitoria hubo represiones y depuraciones,
distintas autoridades liberales estaban huidas, pero los que no lo habían hecho
así tuvieron que sufrir dichas medidas.
Se destituyó a diversos funcionarios, entre ellos el secretario, don Gregorio
Guillerna. Se acordó también la
supresión del Cuerpo de Miñones, que fue sustituido por otro denominado Celadores
Reales. Fue nombrado Diputado General,
el realista Valentín de Verástegui. Este puso al frente del Ayuntamiento
vitoriano a otro realista furibundo,
Lorenzo López de Vicuña. Ambos instauraron en
Álava una especie de tiranía, con represalias de todo tipo para las
personas de ideas liberales. Las cárceles se llenaron de presos políticos. La
cosa llegó a tal punto que las propias autoridades del ejército invasor tuvieron que hacer una
seria advertencia para que no se pasaran en sus atribuciones. Como insistieran fueron encarcelados durante
unos días. Es la época en la que el ex
-alcalde y poeta Pablo de Xérica fue
desterrado, para ir a acabar sus días a Francia.
Una vez repuesto Fernando VII
como Rey absoluto, el Duque de Angulema
regresó a Francia, pasando por Vitoria el 23 de noviembre, donde estuvo
unos días, siendo agasajado por los absolutistas vitorianos.
También el Rey Fernando VII visitó Vitoria entre los días 26 al 30 de junio de 1828.
Para ello la Ciudad
se engalanó, se repararon los caminos de acceso a ella en una extensión de ocho
leguas. Muchas fachadas de casas se repintaron, se arreglaron los pavimentos de
las calles, se adornó el teatro. Una actuación importante fue el derribo de una
casona, la posada de Chivota, situada en
el centro de lo que sería la
Plaza de Oriente (más tarde de Bilbao y actualmente de
Correos). Durante cuatro días ardió en fiestas la Ciudad , derrochando en ello
las mermadas arcas municipales. Corridas de toros, fuegos artificiales…
Además los actos que se iban a celebrar por el décimo aniversario de la Batalla de Vitoria (1813 - 1823), se suspendieron para no ofender a las tropas del duque de Angulema.
Para saber más:
"Álava en sus manos" Varios Edit. Caja P. de Álava 1983
"De Túbal a Aitor" Iñaki Bazán (direct.) Edit. La esfera de los libros. 2002
"Vida de la Ciudad de Vitoria" Tomás Alfaro Fournier Edit Dip. foral de Álava. 1996
"Síntesis de la Historia del P.Vasco" Martín de Ugalde Edit. Elkar S.A. 1983
"Historia de Vitoria" P.Manzanos y J.M. Imízcoz Edit. Txertoa 1997
"Rincones con renombre" Elisabeth Ochoa de Eribe y Ricardo Garay Edit. Fundación Mejora 2012
"La Batalla de Vitoria - 1813" Emilio Larreina Edita Almena Ediciones 2009
"Historia de Álava" Antonio Rivera y otros. Edit. NEREA 2003
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