sábado, 14 de enero de 2012

Historia de Vitoria - Gasteiz 18º capítulo

 1025 - 2025 MILENARIO DE GASTEHIZ

CAPÍTULO DECIMOCTAVO

LA JURA SOBRE EL MACHETE

     Merece capítulo aparte, por su singularidad, el nombramiento del Procurador General.

Como hemos visto, en el Capitulado de los Reyes Católicos de 1476 se dispone que la elección de los cargos del Concejo vitoriano se hiciera el día de San Miguel en el altar mayor de la iglesia del mismo nombre.
     El Procurador General Síndico de Vitoria, después de haber jurado su cargo en la mencionada iglesia, lo ratificaba sobre un machete en la plaza existente a espaldas del altar mayor, con el que se le amenazaba si no cumplía las obligaciones que le correspondían, que eran las de defender los derechos y leyes de la Ciudad. La frase de rigor era la siguiente: ”Con éste me quiten la vida si no hiciera todo lo que conviene para la defensa de esta ciudad y su jurisdicción” La ceremonia se celebraba con gran concurrencia de gente y con el acompañamiento de clarines y tambores.
     Esta curiosa costumbre se vino celebrando hasta el año 1841, tras la Primera Guerra Carlista.

     Este acto es recordado con la plaza que lleva su nombre: "Plaza del Machete"





Plaza del Machete


Urna con la reproducción del machete en la plaza del mismo nombre



Aportamos finalmente un interesante testimonio de un diario  de la época  en el que se relata la toma de posesión del Síndico con toda clase de detalles.  Sería la última toma, ya que este cargo desapareció al entrar el Ayuntamiento de Vitoria en el régimen común. 
(Documento facilitado por Patxi Viana, doctor en Historia.)


— DIARIO CONSTITUCIONAL DE  PALMA -
LUNES 2 DE ENERO DE 1841. 

ESPAÑA. 
NOTICIAS DE LAS PROVINCIAS VASCONGADAS. 
Vitoria 2 de enero. 

    El último correo anuncia a ustedes la elección del nuevo  ayuntamiento de esta ciudad, faltando únicamente ser nombrados los diputados del común y el síndico personero. Se llenó esta formalidad el mismo día que escribí a uds. y recayó el nombramiento en las personas siguientes: 
Diputado del común. El Licenciado D. Pedro Manso, abogado de mucha ilustración, y liberal antiguo. D. Pedro Velasco, del comercio y también persona de constantes opiniones liberales. 
Síndico personero. D. Domingo Zurbitu, labrador honrado y estimable.
    Todos tres, muy amantes de Ias instituciones del país. Ayer se verificó el juramento y toma de posesión de los nuevos concejales; y como la ceremonia es eminentemente grave y solemne, y se ha distinguido este año por el inmenso concurso del pueblo que ha asistido como a fortalecerla y honrarla, he de referírsela a ustedes con la posible exactitud. A las nueve y media de la mañana estaban reunidos ambos ayuntamientos, el saliente y entrante, en las bellas y elegantes salas de la casa consistorial. A las diez se pusieron en marcha para la iglesia de San Miguel, donde debía verificarse el juramento, precedidos de los merinos, maceros, clarines, y tambores vestidos de gran gala. Ya digo a uds. en mi carta anterior que la religión santifica todos nuestros actos. Colocáronse los individuos de ambos ayuntamientos, mezclados entre sí, en los bancos del presbiterio, y oyeron con edificante piedad la misa de Espíritu Santo que se celebró en el altar mayor. La iglesia estaba cuajada de gente de todas clases, pero especialmente del pueblo (gente de chaqueta y capa parda) que había acudido afanosa e inquieta a presenciar este año un acto otras veces desatendido, como si quisiese protestar de esta manera, pero imponente y solemne, contra la bárbara, inicua y cobarde irrupción que amenaza d nuestra libertad y a nuestras patriarcales costumbres.
     Concluida la misa, viose que quedó el libro de los evangelios abierto sobre el altar, (que continuaba alumbrado). Entonces el alcalde saliente, ordenó al entrante que fuese a besar el ara y los evangelios: hízolo así, Y en seguida le recibió el juramentó de costumbre, y le entregó la vara jurisdiccional. Los demás individuos del ayuntamiento electo fueron sucesivamente y unos tras otros prestando la misma formalidad, primero en el altar mayor, y después en manos del nuevo alcalde, con fórmulas de juramento peculiares al cargo respectivo que cada uno representaba, y en seguida se entregaron sus varas al alguacil mayor y a los alcaldes de hermandad. 
    Tierna y grande era la impresión que llenaba el alma, en aquellos momentos. El silencio profundo o más bien digamos el piadoso recogimiento de la multitud que oraba en el templo, lo sagrado del lugar, la vista de los santos evangelios, expresivo y cristiano signo de la verdad, abiertos en el altar mayor, todo daba al acto un carácter de majestad, de importancia y de religiosidad difícil de describir. 
    Concluido el juramento general, ambos ayuntamientos precedidos como antes de los maceros, tambores y clarines, salieron de la iglesia, y pasaron a una plaza pública que se halla a espaldas del altar mayor de la misma, a celebrar otra ceremonia acaso más imponente que la anterior, y en mi concepto única y sola reliquia de su clase que la severa antigüedad de los tiempos republicanos ha dejada viva para enseñanza o recuerdo de los tiempos modernos, A lo menos yo no conozco en Europa otra institución o monumento de su clase. El procurador síndico general, defensor nato, representante principal de los derechos de la ciudad de Vitoria, ha prestado en la iglesia como sus demás compañeros de corporación el juramento religioso, ha prometido ante Dios, ahora va a prestar juramento político, va a prometer ante el pueblo. 
   Inmensa, curiosa y apiñada multitud llena la angosta, triste y larga plazuela donde va a verificarse la nueva solemnidad. El nombre mismo, el solo nombre del lugar, tiene ya algo de terrible. Esta plazuela se llama El Machete Vitoriano. A la derecha está la casa Consistorial, que impiden ver otras más cercanas. A la izquierda la cárcel. Delante y en medio de las desnudas paredes de la iglesia de san Miguel una puerta pequeña que da al altar mayor, y en ella un nicho donde se guarda el agudo y enorme cuchillo llamado Machete Vitoriano. Allá bastante detrás, en lontananza, se distingue la casa del verdugo. 
  Un hermoso joven, de dulce fisonomía, de noble y gallarda presencia, se adelanta solo del fondo de este cuadro negro. Es el nuevo procurador sindico general. Precedente los maceros y merinos; suenan delante de él los clarines y tambores. La portezuela del Machete, abierta de par en par lo deja ver derecho, con el filo a la parte exterior, el puño abajo y la punta perpendicular hacia arriba, el terrible instrumento sobre el cual el pueblo va a exigir a su nuevo delegado el juramento de defender sus leyes y conservar su libertad. Este año ha recaído precisamente la elección en una de las personas más dignas, más populares y queridas que tiene la ciudad, el Sr. D. Nicolás de Urrechu, miliciano nacional, perseguido del 23 al 33, tan amante de nuestros fueros como de la libertad general de la nación, y por todos conceptos uno de los caracteres más hidalgos, enteros y generosos que honran la nueva generación vascongada. Licito le sea a una amistad que nunca le aduló, dirigirle hoy estas palabras de justicia.
    Sigo mi relación. El procurador general llega al Machete atravesando por entre el pueblo, que asiste a la ceremonia con el sombrete quitado, sin hacer caso de la lluvia que cae, pone su mano derecha sobre el cuchillo; lo besa, y en seguida presta el juramento siguiente: «Juráis (le pregunta el secretario del ayuntamiento, leyendo la fórmula en el libro de leyes de la ciudad) a Dios nuestro Señor, y a Santa María su madre, y por las palabras de los santos cuatro Evangelios, y por el Machete Vitoriano donde corporalmente habéis puesto la mano derecha, que como tal procurador general de esta ciudad y su jurisdicción defenderéis bien y fielmente todos los derechos, franquezas, exenciones y libertades que esta ciudad tiene. "Sí, juro". "Si así no lo hiciereis, Dios os lo demande y os sea cortada la cabeza con el referido alfanje de hierro y acero agudo, tal y de la forma del Machete Vitoriano." "Así lo juro" 
    El corazón nos latía fuertemente al oír pronunciar estas palabras. Deseábamos estar en el lugar del procurador general. Los tiempos que corren son turbios, son de prueba. Corazón firme, temple de acero más fino todavía que el del Machete vitoriano, han menester los hombres públicos a quienes hoy cabe la honra de defender los derechos, las libertades, y las santas costumbres que nos legaron nuestros padres, y que han sabido conservar durante la terrible lucha pasada la sangre y los sacrificios de toda una generación de valientes. Estamos seguros, si, lo estamos, de que el nuevo procurador general de Vitoria no faltará a su deber, ni desertará supuesto, por mucho que azote la tempestad. Hace mucho tiempo que su divisa es la del varón justo de Horacio: et si magnus dilabatur orbis, impavidum faerient ruinae. No, no faltará él al juramento del Machete, como otros más altos que él faltan al juramento de Vergara. Coronas de encina y de laurel, no cuchillos, es lo que habríamos de poner  sobre su cabeza, si llega el día de la prueba.  Dispénsenme uds. tanta digresión, nuestros pechos están  hirviendo en ira al ver la manera con que se nos trata. Y  la más pequeña renovación de las antiguas prácticas, despierta en nuestra alma sentimientos que es imposible comprimir. Ya que tanta injusticia y tiranía nos abruma, permítanme uds. a lo menos el consuelo de la publicidad.
    Concluido el juramento, hay todavía otra fórmula. El secretario lee en voz alta el poder que el pueblo otorga al procurador general, y en seguirla y antes de firmarlo pregunta al pueblo allí congregado, si en efecto quiere conferirle tal poder.... Escusado es decir, que ayer respondió que sí. Es lo regular. La tradición sin embargo conserva la memoria de un mal ciudadano a quien el pueblo desechó y que no pudiendo resistir a tan grande castigo moral, murió a los pocos días de sentimiento. ¡Lástima que algunos hijos degenerados de este país, no pudieran venir a sufrir la prueba del pueblo, del verdadero pueblo!.,. Entonces verían si son una docena de aristócratas, o si es todo et país, toda la masa del pueblo, la que ama los fueros. 



Para saber más:

"Álava medieval" Gonzalo Martínez Edit. Dip. F. de Álava 1974

"Álava en sus manos" Varios Edit. Caja P. de Álava 1983
"Vitoria medieval" Varios Edit. Exc. Ayunt. de Vitoria 1993
"De Túbal a Aitor" Iñaki Bazán (direct.)Edit. La esfera de los libros. 2002
"Historia civil de Álava" J.J. Landázuri Edit. Gran Encicl. Vasca 1973
"Historia de Álava" A. Rivera (direct.) Edit. Nerea S.A. 2003
"Síntesis de la Historia del P.Vasco" Martín de Ugalde Edit. Elkar S.A. 1983
"75 Historias perdidas de Álava" Francisco Góngora  Ed. Diario El Correo S.A.U. 2022
"Historia de Vitoria" P. Manzanos y J.M. Imízcoz Edit. Txertoa 1997

lunes, 9 de enero de 2012

Historia de Vitoria - Gasteiz 17º capítulo


 1025 - 2025 MILENARIO DE GASTEHIZ

CAPÍTULO DECIMOSÉPTIMO

ESTRUCTURA SOCIAL DE VITORIA EN LA EDAD MEDIA

     Desde la fundación de Victoria, hasta la Edad Moderna, la sociedad vitoriana va evolucionando desde una sociedad simple a otra más evolucionada.

     La estructura social de los primeros tiempos, dada su condición defensiva, se conformaba en torno a las actividades militares, agrícolas y ganaderas.
     Posteriormente y debido por un lado a la situación estratégica de Victoria, en el paso de mercancías hacia los puertos marítimos del Cantábrico y la frontera francesa, en un momento de un incremento del intercambio comercial entre Castilla y Europa; y por otro, la actitud de los monarcas castellanos que le dieron un trato de favor, por medio de fueros y privilegios se  creó una situación favorable a la ciudad.
     De este modo comerciantes y artesanos fueron poblando progresivamente Vitoria.
Estos grupos se convirtieron en los más importantes e influyentes de la villa.
     Habrá que destacar entre estos grupos a la comunidad judía que convivió sin grandes problemas con el resto de vitorianos hasta su expulsión en 1492 por los Reyes Católicos.
Desde finales del s. XIV, ante la pujanza de la ciudad, vio ésta la incorporación progresiva de la nobleza rural. Esto sucedió tras el Pacto de Arriaga. Al querer mantener sus privilegios y derechos, sobre todo la exención de pagar impuestos y la ocupación de los oficios del Concejo, chocaron con el resto de los habitantes de Vitoria.
     Tras un largo periodo de luchas civiles entre los bandos que agruparon a nobles de una parte y a los comerciantes y artesanos por otra, estas luchas finalizan con el Capitulado de Fernando El Católico.
     El sector eclesiástico adquirió un importante poder en todos los ámbitos de la vida social y no sólo en lo religioso. Se agruparon en el Cabildo de la Universidad de Parroquias, institución colegiada del corporativismo urbano medieval.
     Su influencia se materializaba a través de la estructura y organización de las parroquias, en torno a las cuales se regía buena parte de la vida social, e incluso política de la ciudad. (San Miguel fue la iglesia juradera de cargos públicos y lugar de reunión del Concejo vitoriano.)
     Las congregaciones de frailes, con sus conventos fuera de los muros de la ciudad, llegaron a adquirir una gran relevancia e influjo social.
     En aquella sociedad los vínculos personales se basaban en un alto grado de dependencia. Dicha dependencia no era sólo del superior, del padre de familia, del maestro de taller, del propietario rentista, sino que la dependencia era en todos los ámbitos, del propio cuerpo o colectivo al que se pertenecía.
     Los individuos se hallaban fuertemente sometidos a toda actividad de la que era partícipe: la propia comunidad, las reglas de la casa, de vecindad, de parentesco, etc.
     En esta sociedad estaban marginados los vagabundos, los gitanos y las prostitutas. Se les atribuían robos, ociosidad y malas costumbres. A los desocupados que llegaban a la ciudad, no se les permitía permanecer en ella más de tres días. A los gitanos se les consideraba ladrones y se les impedía la estancia en la ciudad y su jurisdicción.
     El Ayuntamiento vitoriano no toleró que hubiera un burdel municipal, como en otras ciudades, y persiguió todo tipo de prostitución.



ÓRGANOS DE GOBIERNO DE VICTORIA



EL CONCEJO ABIERTO (Ente territorial- municipio)

     El sistema de gobierno más antiguo por el que se rigieron los vitorianos fue el Concejo Abierto. Éste fue una asamblea o reunión de todos los vecinos.

     Las normas a seguir fueron las del Fuero de Victoria. Posteriormente, Juan II, en 1423, sustituyó las normas del fuero por Ordenanzas.
     La aparición de las Ordenanzas municipales supuso que se diera más importancia a la Ley que a la costumbre.
     El Concejo contaba ya desde la fundación de la villa para su gobierno con un alcalde, un merino y un sayón, eran los oficiales. La función principal del alcalde era la de administrar justicia. En esta labor contaban con la ayuda del merino (fiscal) y del sayón, encargado de hacer las citaciones y ejecutar los embargos. Su ámbito abarcaba los delitos cometidos en la villa y en su alfoz. Los juicios se celebraban en el convento de San Francisco y las sentencias podían ser objeto de apelación ante la Corte Real.
     La asamblea de vecinos se reunía en el cementerio de San Miguel y con el mal tiempo en el portal de la iglesia de San Francisco. En otras ocasiones se hacía en el hospital de Santa María. La reunión era en días laborables, lo que dificultaba la asistencia de los artesanos y dejaba en manos de unos pocos las decisiones que afectaban a todos.
     Esta asamblea abierta era convocada a toque de campana o mediante un pregón y aparte de decidir sobre las cuestiones comunes, tenía poder para elegir de forma democrática a los alcaldes, merinos y sayones.
     En 1509, con el fin de cumplir una Ordenanza Real de la época de los Reyes Católicos (1480), se construyó un edificio para Ayuntamiento junto a la iglesia de San Vicente.


EL SISTEMA MIXTO

     El Concejo abierto, poco a poco, con el paso del tiempo, fue restringiendo la asistencia al mismo. Primero sólo podían asistir los vecinos, es decir los que tenían casa propia y pagaban impuestos por ello, quedando excluidos los moradores. Posteriormente serían los vecinos más ricos los que acudían a las reuniones del Concejo.

     Más tarde entre 1352 y 1476, Victoria conoció importantes cambios en su forma de regirse. Mediado el siglo XIV (1345) aparece el llamado Gobierno de los Regidores, que es la versión vitoriana de la reforma que el rey Alfonso XI impuso en los municipios de Castilla.
La introducción de los regidores trajo consigo la aparición de un órgano de gobierno nuevo y más restringido: La Cámara de Oficiales. Esta cámara estaba formada por los oficiales con decisión dentro del Consejo: Alcalde, regidores, etc.
     A esta Cámara se le dieron la mayor parte de las funciones y competencias que hasta entonces habían estado disfrutando la Asamblea de vecinos o Concejo Abierto.
     La Asamblea siguió existiendo; pero con un poder muy limitado, generalmente para ratificar las Ordenanzas o medidas que previamente habían redactado los oficiales de la Cámara.
     Hubo un momento, durante las Guerras de Banderías, que los oficios del Concejo tuvieron que duplicarse, de tal manera que hubiese un alcalde por cada bando; uno por los Ayala y otro por los Calleja; un regidor de los Ayala y otro de los Calleja... Esta medida la tomó Pedro Manrique, Adelantado Mayor del Reino con el fin de poner un cierto “orden” dentro del caos que supuso esta guerra.






EL AYUNTAMIENTO VITORIANO

     El Capitulado de 1476, dictado por Fernando “El Católico”, aparte de poner fin a las citadas Guerras de Banderías, supuso un cambio en la forma de gobierno de la ciudad.

     En él se va a regular un nuevo sistema político de gobierno de la ciudad, de tal forma que estuvo vigente hasta las Ordenanzas de 1747. Hay una excepción, la Real Cédula de 17 de abril de 1630 por la cual el rey Felipe IV concedió a los vitorianos la propiedad perpetua de sus oficios públicos. ( En las poblaciones de Realengo los oficios municipales eran siempre de propiedad real ) El rey correspondió de esa manera a la lealtad de los vitorianos que acababan de entregarle un “donativo” de 32.000 ducados.
     Con el Capitulado se creó el primer Ayuntamiento, el cual vino a asumir las funciones de la vieja Cámara de Oficiales y los de la Asamblea de Vecinos.
     Esta nueva institución tendrá un sistema peculiar de elección de los principales cargos u oficios: la Insaculación.
     El Ayuntamiento vitoriano se renovaba todos los años por medio de unas elecciones que tenían lugar el día de San Miguel, 29 de setiembre.
     La ceremonia tenía lugar en la Capilla Mayor de la iglesia de San Miguel, en una serie de actos públicos que duraban dos días. En esta renovación no intervenía el rey, a diferencia de otros muchos municipios.
     La elección la realizaban los miembros del Cabildo saliente, por medio de la Insaculación o Encantaramiento.

     El proceso de insaculación era como sigue:

- Los cuatro cargos principales salientes - Alcalde, Regidores y Procurador o Síndico General - escribían su nombre en un papel.
- Los cuatro papeles eran introducidos en sus correspondientes globos de plata, los cuales, a su vez, eran depositados en un cántaro.
- La mano inocente de un niño extraía una de las bolas y el afortunado era designado como Elector de Electores.
- Éste, después de jurar que procedería con limpieza, designaba a cuatro Electores, quienes, tras efectuar la misma promesa, procedían a la designación de los cargos.
- Cada uno escribía un nombre en un papel que era colocado en su globo correspondiente; después un niño escogía entre las cuatro bolas y el designado era nombrado como Alcalde.
- De ese modo se proseguía hasta completar el cuadro de los oficiales.
- La elección de los Diputados tenía alguna diferencia. Los electores en este caso eran los cuatro que habían sido nombrados para los oficios mayores, quienes proponían una lista de treinta nombres, de entre los que por sorteo – sistema de globos y cántaro – eran elegidos diez.

     Este sistema, mezcla de elección y de sorteo daría lugar a intrigas y componendas, de tal manera que en muchas ocasiones, la designación de los nuevos oficiales estaba ya determinada antes de que se procediera a todo ese proceso.

     Al día siguiente, el 30 de setiembre, en la misma iglesia de San Miguel, el alcalde saliente tomaba juramento a los nuevos capitulares en los términos establecidos en un libro de juramentos redactado por don Pedro de Ysunza en 1608 y que todavía hoy se conserva.
    En los primeros tiempos no existía un local propio para las reuniones del Ayuntamiento, una casa Consistorial. Por ello en los primeros tiempos de su funcionamiento en la edad Moderna (s.XVI) se realizaban en una sala preparada para el efecto, en el Hospital de Santa Ana, que estaba situado junto a la iglesia de Santa María. Posteriormente el Ayuntamiento se reunía en el convento de San Francisco, en la capilla de la Magdalena. Durante el siglo XVII pasaron a reunirse en una sala situada en la cárcel, antiguo palacio de los Ayala, que estaba situada junto a la iglesia de San Vicente. 
    Durante parte del siglo XVII y del XVIII las sesiones tenían lugar en el Edificio de la Real Alhóndiga, situado bajo la iglesia de San Miguel, en la actual calle de Mateo Moraza. A finales del siglo XVIII se construyó la Plaza Nueva, diseñada por el arquitecto vitoriano Justo Antonio de Olaguíbel, y presidiendo la misma se situó la nueva Casa Consistorial.
    El 24 de diciembre de 1791 se celebró en ella  el primer pleno, presidiendo el mismo el alcalde y juez ordinario don Joaquín María Hurtado de Mendoza Martínez de Medianilla, conde de Villafuerte y marqués de Mirabal.




OFICIALES DEL AYUNTAMIENTO

(Órgano de gobierno Omnes, buenos): alcaldes, regidores, procuradores, etc.


COMPOSICIÓN


OFICIOS MAYORES:


-- Alcalde. , Era la máxima autoridad. Su principal atribución era la de actuar como juez en todos los delitos, civiles y criminales.


-- Regidores. 2 (supervisaban y controlaban la hacienda municipal y ponían precio a los productos de consumo diario)


- Procurador General – Síndico. (Nació con la reforma de 1476. Servía de intermediario entre los vecinos y el Cabildo o Ayuntamiento. Además, era cabeza y voto de la Hermandad de Vitoria y por ello acudía a las Juntas Provinciales en representación de la 17 Hermandades de la Cuadrilla de Vitoria)



OFICIOS MENORES


-- Mayordomo Bolsero. (Depositarios de los ingresos del Concejo)


-- Alguacil y Montero Mayor. ( Era el brazo ejecutor de las disposiciones que, en materia de justicia, emanaban del alcalde. Como montero Mayor, debía vigilar los montes para evitar incendios, talas, cortas excesivas, etc.


-- Alcaldes de Hermandad. (En la Edad Moderna eran simples policías rurales.)


-- Escribanos. (Escriben todo tipo de documento referentes al Concejo, actas, etc. y dar fe de todos los actos en los que interviniera el Ayuntamiento)

-- Los Diputados. 10 (Tomaban la representación política de los vecinos.)

OTROS OFICIOS DEPENDIENTES DEL AYUNTAMIENTO


-- Abogados. (Asesoran jurídicamente.)


-- Carcelero. (Dirige el control de las mazmorras municipales.)


-- Almotacén. (Llamado también “Alguacil de Pobres”, debía velar por la limpieza de las calles y cuidar de los pobres pasajeros que entraban y salían del Hospital de Santiago.

Actuaba también como vigilante de pesas y medidas de las tiendas públicas y privadas, así como de los precios.

-- Relojero. (Mantenía y ponía en hora todos los relojes municipales.)


-- Encargados de Portales. (Abrían y cerraban las puertas de la muralla.)


-- Veladores. (Actuaban como cuerpo policial encargado de la vigilancia de la villa.)


-- Pregonero. (Leía los bandos, anuncios y comunicados del Ayuntamiento)


-- Verdugo. ...



Nota: 
   Cuál es el campo de actuación de nuestro Ayuntamiento, es decir qué abarca el municpio de Vitoria - Gasteiz
    El rey Alfonso X "El Sabio", en 1256 concedió a Vitoria una serie de aldeas, las "Aldeas Viejas", con lo que nuestra ciudad amplió su alfoz, es decir su territorio municipal. 
   Actualmente, tras distintas ampliaciones, pertenecen al Municipio de Vitoria - Gasteiz las siguientes localidades:
   Abechuco, Aberasturi, Ali, Amarita, Andollu, Antezana, Aranguiz, Arcaute, Arcaya, Aretxabaleta, Argandoña, Aríñez, Armentia, Arriaga, Artaza de Foronda, Ascarza, Asteguieta, Berrosteguieta, Betoño, Bolíbar, Castillo, Cerio, Crispijana, Elorriaga, Esquibel, Estarrona, Foronda, Gamarra Mayor, Gamarra Menor, Gámiz, Gardélegui, Gobeo, Gomecha, Guereña, Hueto Abajo, Hueto Arriba, Ilárraza, Junguitu, Lasarte, Legarda, Lermanda, Lopidana, Lubiano, Mandojana, Margarita, Martioda, Matauco, Mendiguren, Mendiola, Mendoza, Miñano Menor, Miñano Mayor, Monasterioguren, Oreitia, Otazu, Retana, Subijana de Álava, Ullibarri Arrazua,  Ullibarri de los Olleros, Ullibarri Viña, Villafranca, Yurre, Zuazo de Vitoria, Zumelzu.
   La extensión total del Municipio de Vitoria - Gasteiz es de 276´8 Km cuadrados. El más extenso del País Vasco.


Para saber más:

"Álava medieval" Gonzalo Martínez Edit. Dip. F. de Álava 1974
"Álava en sus manos" Varios Edit. Caja P. de Álava 1983
"Vitoria medieval" Varios Edit. Exc. Ayunt. de Vitoria 1993
"De Túbal a Aitor" Iñaki Bazán (direct.)Edit. La esfera de los libros. 2002
"Historia civil de Álava" J.J. Landázuri Edit. Gran Encicl. Vasca 1973
"Historia de Álava" A. Rivera (direct.) Edit. Nerea S.A. 2003
"Síntesis de la Historia del P.Vasco" Martín de Ugalde Edit. Elkar S.A. 1983
"Historia de Vitoria" P.Manzanos y J.M. Imízcoz Edit. Txertoa 1997
"El Ayuntamiento, Documentación" María Rosario Porres Marijuán  Edit. Ayunt. Vitoria - Gasteiz 1995